viernes, 15 de abril de 2011

Adecuación - texto 34

La adecuación es la propiedad textual por la que el emisor acomoda su texto a la situación comunicativa, es decir, al momento y lugar en el que se produce el acto comunicativo y al receptor al que se dirige.


Para analizar la adecuación de un texto a la situación comunicativa, debemos detenernos en su tipología textual, las funciones del lenguaje, el registro que utiliza, los deícticos y los modalizadores.


Nos hallamos ante un texto del ámbito periodístico, pues es un artículo de opinión que apareció publicado en El Levante el 2 de julio de 2007. En cuanto a la forma de elocución, vemos que las catorce primeras líneas constituyen un texto narrativo, en el que se relata la anécdota entre el profesor y el alumno que no ha acudido a clase. Entre las líneas 15 y 54, el texto se acerca más a lo expositivo. El autor expone las fórmulas con las que se relacionan los alumnos actuales con sus profesores y los formulismos sociales que han regido la vida desde principios del siglo XX. Aun así, se intercalan algunos comentarios subjetivos. Por último, el párrafo final es el que alberga un mayor cúmulo de ideas.


La combinación de los fragmentos narrativos, expositivos y argumentativos se ajusta al tipo de texto habitual en los escritos de opinión.


La intención del autor en el texto es informar, pero también orientar la opinión del receptor en una determinada dirección. En este caso, el autor expone el estado actual de la cuestión, pero también pretende concienciar al lector de la necesidad de retomar algunas fórmulas de cortesía en los centros educativos, para frenar el actual exceso de confianza que se toman los alumnos con los profesores.


En lo referente a las funciones del lenguaje, vemos que se combinan varias. La función representativa domina en la parte expositiva del texto, ya que el autor se limita a exponer una determinada situación (el trato de confianza de los alumnos hacia los profesores). El ejemplo más claro está en el antepenúltimo párrafo. La función expresiva se aprecia en determinados pasajes en los que el autor da su punto de vista y realiza comentarios valorativos sobre la situación actual. La función apelativa también está presente, ya que el autor pretende influir en el lector y destaca, especialmente, en el último párrafo, en el que pide medidas concretas en los centros de enseñanza. Leemos: «lo primero que debiera hacer un centro...» y «hay que saber siempre...».


Hablemos ahora del registro. Es el nivel de lengua que decide usar el emisor teniendo en cuenta la situación comunicativa.


El léxico empleado es en su mayor parte del tipo estándar, aunque aparecen algunos ejemplos aislados de coloquialismos, especialmente palabras truncadas que reflejan el habla de los jóvenes: “compa” (lín. 16), “diver” (lín. 54), “seño” (línea 20). También aparece vulgarismos, como “cabrones” (lín. 47), palabras comodín, como “cosa” (lín. 51), y algún cultismo, como “provecta” (lín. 34).


Por lo que respecta a la sintaxis, la mayoría de las oraciones son simples o de escasa complejidad. Un ejemplo de ello son las oraciones de las líneas 25-28, o las de la línea 54, 55, 6-7.


En definitiva, el léxico, la sintaxis y las funciones lingüísticas dominantes ubican el texto dentro del registro estándar, con alguna desviación hacia lo culto o lo coloquial.


La modalización se relaciona con la presencia del emisor en el texto, es decir, con el grado de subjetividad manifestada por el emisor. Se detecta en este escrito a través del léxico; de los morfemas derivativos y apreciativos; del uso de figuras retóricas, y de la manifestación de la certeza.


El texto presenta elementos léxicos valorativos, palabras que al autor utiliza para dar su punto de vista sobre el tema del que habla. En la categoría de adjetivos: “malandrines”, “descorteses”

(lín. 9) se utilizan para referirse al comportamiento del alumno. En la categoría de sustantivos: “insolencia” (lín. 7) y “descaro” (lín. 11) se usan para referirse a la actitud del chaval.


Las perífrasis de obligación que aparecen en el último párrafo también son modalizadoras, y contribuyen también a la manifestación de la certeza: “lo primero que debiera redactar un centro de enseñanza” (línea 57) y “hay que saber” (línea 60-61).


También se observa la presencia de morfemas derivativos/ apreciativos, como “cincuentón” (lín. 6), que adquiere un valor de conmiseración, y “tonillo” (lín. 17), con valor despectivo.


El autor también utiliza las posibilidades modalizadoras de las figuras retóricas. Destacan las interrogaciones retóricas (líns. 7 a 10) y la metáfora “la frontera de la edad provecta” (lín. 33).

En general, es un texto en el que la expresión de la subjetividad es constante.


Para terminar, hablaremos de los deícticos, aquellos términos de significado ocasional, que se renuevan y reemplazan en cada texto. Sirven para anclar el texto en un contexto determinado. Hay tres tipos de deícticos: espaciales, temporales y personales.

Los deícticos espaciales, como “este país” (lín. 49), hacen referencia a España.Los deícticos temporales apuntan a un tiempo pasado a partir de la fecha de publicación en “hace un siglo” (lín. 28), y hacia un tiempo presente amplio en “hoy” (lín. 46). Ambos tipos de deícticos temporales toman como punto de referencia la fecha de publicación del artículo. Por lo que respecta a los deícticos personales, destaca la ocultación del emisor tras fórmulas de impersonalidad como “hay que saber” (lín. 60).

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